Por:
LIC. ROSARIO GONZÁLEZ FRANCO
“No sabíamos que éramos felices hasta que llegó el covid-19”
Hoy leí este titular que recibí de info 7 en el celular. Al leerlo sonreí, ¿ustedes no? Este virus vino e hizo con nosotros lo que antes nadie había podido hacer: detenernos. Al quedarnos en casa, y convivir diariamente desde el desayuno, comida y cena, permitimos conocer y conocernos, la mirada de unos y otros se cruza en esos espacios confinados al aislamiento social.
Aislados en casa, nos vemos forzados a estar con nosotros mismos, lo que hacemos con nuestro tiempo en este aislamiento habla de nosotros, ¿somos capaces de crear un ambiente agradable? O ¿nos escudamos en cualquier excusa para sacar la irritabilidad que el estar con nosotros mismos causa? ¿Caemos en la desesperanza y negatividad, o vemos oportunidades y aprendizaje de esta experiencia?
Al salir del confinamiento en Wuhan, reportaron un alza inmediata en los divorcios. La dificultad de convivir con uno mismo y con el otro se hace evidente en estas situaciones. En esta cercanía, ya no es posible negar los problemas propios y de la relación no resueltos desde hace mucho tiempo atrás. Considero que es un buen momento para probarnos quiénes somos, qué traemos en nuestros pensamientos mudos que la conducta habla, si traemos conflictos no resueltos, depresión (negatividad, apatía, desgano) ansiedad (vemos los problemas más grandes de lo que son), este momento es un detonador que los hará evidentes. Vamos a aprender de la experiencia de Wuhan, si sientes que estos y algunos otros síntomas están causando problemas en tu relación, busca ayuda, estamos trabajando online.
Estos momentos es una prueba de nuestra capacidad de amar, de respetar al otro en sus diferencias, de valorar lo que antes del virus teníamos: abrazar y besar a nuestra familia extensa y amigos, es oportunidad de agradecer la salud y, por supuesto, la compañía de nuestra familia, aunque sea online.